Hermanas de la Doctrina Cristiana de Perú y Colombia

domingo, 23 de octubre de 2011

Consejos del Papa a los jóvenes para que conozcan a Cristo


Queridos amigos, Jesús es vuestro verdadero amigo y Señor; entablen con él una relación de verdadera amistad con él.
Él los espera y sólo en él encontrarán la felicidad. ¡Cuán fácil es contentarse con los placeres superficiales que nos ofrece la existencia diaria! ¡Cuán fácil es vivir sólo para sí mismos, gozando aparentemente de la vida!
Pero antes o después nos damos cuenta de que no se trata de verdadera felicidad, porque esta es mucho más profunda: sólo la encontramos en Jesús.
Como dije en Colonia, Alemania, "la felicidad que buscan, la felicidad que tienen derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret" (Discurso durante la fiesta de acogida de los jóvenes, en un barco sobre el Rhin, 18 de agosto de 2005).
Por eso los invito a buscar cada día al Señor, que sólo desea que sean realmente felices. Entablen con él una relación intensa y constante en la oración y, en la medida de sus posibilidades, encuentren momentos propicios en su jornada para permanecer exclusivamente en su compañía.
Si no saben cómo rezar, pidan que sea él mismo quien les enseñe e implorar a su Madre celestial que ore con ustedes y por ustedes. El rezo del rosario puede ayudarles a aprender el arte de la oración con la sencillez y la profundidad de María.
Es importante que en el centro de su vida esté la participación en la Eucaristía, en la que Jesús se entrega a sí mismo por nosotros. Él, que murió por los pecados de todos, desea entrar en comunión con cada uno de ustedes, llama a la puerta de su corazón para darles su gracia.
Vayan a su encuentro en la santa Eucaristía, vayan a adorarlo en las iglesias y permanezcan arrodillados ante el Sagrario: Jesús los colmará de su amor y les manifestará los sentimientos de su Corazón.
Si se ponen a la escucha, experimentarán de modo cada vez más profundo la alegría de formar parte de su Cuerpo místico, la Iglesia, que es la familia de sus discípulos congregados por el vínculo de la unidad y del amor.
Además, como dice el apóstol san Pablo, aprendan a dejarse reconciliar con Dios (2 Co 5, 20). Jesús los espera especialmente en el sacramento de la Reconciliación para perdonar sus pecados y reconciliarlos con su amor a través del ministerio del sacerdote. Confesando con humildad y verdad sus pecados, recibirán el perdón de Dios mismo mediante las palabras de su ministro.
¡Qué gran oportunidad nos ha dado el Señor con este sacramento para renovarnos interiormente y progresar en nuestra vida cristiana! Les recomiendo que hagan constantemente buen uso de él.
Queridos amigos, como les decía antes, si siguen a Jesús jamás se sentirán solos, porque forman parte de la Iglesia, que es una gran familia, en la que pueden crecer en la amistad verdadera con numerosos hermanos y hermanas en la fe, esparcidos por todo el mundo. Jesús los necesita para "renovar" la sociedad actual.
Esfuércense por crecer en el conocimiento de la fe, para ser sus testigos auténticos. Dedíquense a comprender cada vez mejor la doctrina católica: aunque a veces al mirarla con los ojos del mundo pueda parecer un mensaje difícil de aceptar, en ella está la respuesta satisfactoria a sus interrogantes de fondo.
Tengan confianza en los pastores que los guían, obispos y sacerdotes; insértense activamente en las parroquias, en los movimientos, en las asociaciones y comunidades eclesiales, para experimentar juntos la alegría de ser seguidores de Cristo, que anuncia y da la verdad y el amor.
Y precisamente impulsados por su verdad y su amor, junto con los demás jóvenes que buscan el sentido verdadero de la vida, podrán construir un futuro mejor para todos.
Queridos amigos, estoy cerca de ustedes con la oración, para que acojan generosamente la llamada del Señor, que les presenta grandes ideales, capaces de hacer hermosa su vida y llenarla de alegría. Estén seguros de que sólo respondiendo positivamente a su llamada, por exigente que les pueda parecer, es posible encontrar la felicidad y la paz del corazón.
Que en este itinerario de compromiso cristiano los acompañe la Virgen María y los ayude en todos sus buenos propósitos. Con estos sentimientos, les imparto de corazón una especial bendición apostólica a todos, así como a los que con amor y sabiduría los acompañan en su camino de crecimiento humano y espiritual.

Con todo el cariño que mi corazón siente por ustedes, los jóvenes

Juan Pablo II

Vaticano, 21 de noviembre de 2005

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