Hermanas de la Doctrina Cristiana de Perú y Colombia

lunes, 19 de diciembre de 2011

¿Cómo descubrir mi estado de vida?

La vocación a la que todos estamos llamados es la vocación a la SANTIDAD. Dios nos creó para estar con Él y éste debe ser nuestro objetivo final en la vida, por ello debemos contemplar que el camino que debemos seguir en la vida, debe llevarnos a alcanzar esta santidad. Estos caminos para una mujer, son:

  • El Matrimonio
  • La Vida Consagrada
  • La Soltería

1. ACTITUDES EQUIVOCADAS PARA BUSCAR NUESTRO ESTADO DE VIDA

Generalmente decidimos nuestro estado de vida de acuerdo a:

  • Nuestros gustos o inclinaciones.
  • Nuestros esquemas o formas de pensar (que pueden ser equivocados).
  • Nuestras emociones y sentimientos.


Otras veces dejamos que las circunstancias nos empujen a cierto estado de vida y hasta podemos llegar al punto de que otros decidan por nosotros.

No decidimos de acuerdo a lo que es más conveniente para nosotros, menos decidimos preguntándole a Dios y dejándonos guiar por Él, por esto cometemos muchos errores.

Nuestras limitantes:

a) Una gran limitante es NO CONOCER REALMENTE A DIOS, Y POR LO TANTO, DESCONFIAR DE ÉL. Esto sucede cuando tenemos una falsa visión sobre Dios:

  1. Lo consideramos como alguien opresivo, duro, que no quiere lo que a nosotros nos gusta.
  2. Pensamos que no nos entiende, que es demasiado formal para entender nuestras inquietudes.
  3. Pensamos que es un “aguafiestas”.
  4. Tenemos miedo a que pueda llamarnos para Él.
  5. También tememos que no provea una pareja para nosotros.

Generalmente tenemos esta visión porque no hemos experimentado su amor de una manera profunda, como para darnos cuenta de que a Él le gusta ver felices a los que ama, que Él también quiere lo que nosotros queremos y que nos conoce más que nosotros mismos.
CUANDO NO NOS SENTIMOS AMADOS, NO PODEMOS CONFIAR EN ÉL Y NO LO DEJAMOS QUE CONDUZCA NUESTRA VIDA PORQUE EXISTE EL TEMOR DE NO LLEGAR A ALCANZAR LA FELICIDAD.


b) Otra limitante grande la constituye el NO CONOCERNOS REALMENTE, desconocer nuestro carácter, temperamento, cualidades, debilidades, etc. y tener una estima baja que nos hace depender de la aprobación de los demás o bien, carecer de cierta iniciativa para buscar lo que nos conviene según la voluntad de Dios.


EL NO MADURAR Y NO SABER CON EXACTITUD LO QUE REALMENTE QUEREMOS, NOS IMPIDE DESCUBRIR CON CLARIDAD NUESTRA VOCACIÓN.
Son pocos los que se ponen a explorar lo que realmente quieren de sus vidas. Menos aún son los que se instruyen adecuadamente para tomar con más conciencia y convicción una de las decisiones más importantes en nuestra vida, como es DESCUBRIR NUESTRA VOCACIÓN.

2. ¿QUÉ HACER ENTONCES?

a) La importancia de madurar

Generalmente nadie estudia, practica o trabaja para ser mejor persona, para tener una estima más sana, para superar sus limitantes, complejos o demás dificultades. Generalmente acudimos a buscar ayuda cuando ya las situaciones difíciles nos causan problemas o frustración. No sabemos cómo hacerlo, nos avergüenza hablar de nuestras debilidades y dificultades porque luchamos con el sentimiento de incapacidad.
POR LO TANTO, LO PRIMERO QUE DEBO PROCURAR ES DEDICARME A CONSTRUIR UNA MEJOR PERSONA EN MÍ.
El edificio de la santidad a través del matrimonio, de la vida consagrada o de la soltería, debe establecerse sobre los cimientos de una personalidad madura y en muchas ocasiones no llegamos a alcanzar nuestros objetivos en la vida y menos a realizar el plan de Dios para nosotros por carecer de madurez humana.
Es un principio cristiano el de formar hombres y mujeres dotados lo más completamente posible de las virtudes y valores humanos, para que trabajen asiduamente por obtener un desarrollo humano integral que sirva de base sólida a la acción sobrenatural de la gracia. “Se es primero hombre y luego santo”.
Es importante, pues, la formación humana, ya que una personalidad madura será como la tierra buena, que es el medio adecuado para recibir la semilla y dar fruto.

Debemos por ello esforzarnos por:

  • Alcanzar el conocimiento real y objetivo de nosotros mismos, de nuestras posibilidades y limitaciones y la aceptación de la propia persona que nos permita trabajar con realismo y serenidad en nuestra superación.
  • Trabajar por lograr un orden recto entre el mundo instintivo, los sentimientos y emociones y las facultades superiores de la inteligencia y de la voluntad.
  • Formar un carácter recio y una voluntad iluminada por la luz de la razón y de la fe.
  • Clarificar nuestros objetivos y esforzarnos con tenacidad y decisión para conseguirlos.
  • Cultivar en nosotros una conciencia rectamente formada.

b) Hay que tener una visión correcta de cada estado de vida

Es importante que esta área de nuestra vida sea liberada de las falsas ideas e influencias que circulan en el mundo, que bombardea nuestras mentes con criterios erróneos: “¡No te cases!, ¡no te esclavices!”, “¿Para qué te consagras? ¡Mejor cásate! ¡Así te necesitamos más!”, “¡Mira, se te pasó el tren, vas a ser un amargado!”... ¡¡¡De ninguna manera!!! Por eso...

Es importante instruirnos en lo que implica cada estado de vida. 

Leer, conocer, platicar con alguna persona, hacer alguna experiencia, hacer algún retiro vocacional... No se puede vivir con plenitud lo que no se conoce profundamente. El conocimiento nos enriquece y nos permite hacer una opción más consciente, más libre y más madura.

¡¡¡¡Éstos son los cimientos para lanzarnos en la búsqueda!!!!

¿Necesitas orientación? Escríbeme a yiyis7@hotmail.com

3. Y… ¿DÓNDE QUEDAN MIS INCLINACIONES, MIS DESEOS Y MIS CAPACIDADES?

Claro que todo ésto no está exento de una cierta inclinación gozosa de nuestra parte, de un cierto sentimiento de “gusto” por aquello a lo que nos inclinamos, ya que Dios mismo pone en nuestro corazón este deseo que nos hace inclinarnos hacia cierto estado de vida. Experimentamos, por ejemplo, en el caso de la vida consagrada, cierta atracción por la vida espiritual, por el servicio a Dios, por el apostolado. En el caso de la vida matrimonial, cierta inclinación por la relación de pareja o por la maternidad. En el caso de la soltería, la felicidad de tener una sana libertad que nos permita ser de todos y de nadie, con el deseo de lograr objetivos personales, fines santos y altruistas.

Además, algo que nos va a ayudar a discernir, es también ver cuáles son nuestras capacidades, ya que en Dios, llamar, es dar la gracia. O sea, descubrir si podemos vivir eso a lo que nos sentimos llamados. Esto es un signo que confirma nuestra vocación, ya que Dios nos creó y nos dio una misión a realizar en este mundo.

El estado de vida no es un fin en sí mismo, es un medio para cumplir esta misión. La misión que Dios nos da a todos es ésta: “Sed santos, porque yo, el Señor, su Dios, soy Santo” (Lev 19,2; 20,7; cf. Ef 1,4-6) y ser santos es vivir en una profunda relación de amistad con Él.


NO TE OLVIDES DE TRABAJAR PRIMERO EN ÉSTO.

LOGRANDO ÉSTO ESTAMOS LISTOS PARA DESCUBRIR NUESTRA VOCACIÓN.


Tienes inquietudes: Escríbeme a yiyis7@hotmail.com.  Te contestaré con mucho gusto.

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