Hermanas de la Doctrina Cristiana de Perú y Colombia

lunes, 19 de diciembre de 2011

Historia de una enamorada.

GUIADAS POR LA PALABRA
HERMANAS DE LA DOCTRINA CRISTIANA


Historia de Madre Micaela Grau fundadora del Instituto de Hermanas de la Doctrina Cristiana.
Video Sencillo, ágil, ameno y corto.
Espero que la disfrutes.

Escríbeme: yiyis7@hotmail.com

¿Cómo descubrir mi estado de vida?

La vocación a la que todos estamos llamados es la vocación a la SANTIDAD. Dios nos creó para estar con Él y éste debe ser nuestro objetivo final en la vida, por ello debemos contemplar que el camino que debemos seguir en la vida, debe llevarnos a alcanzar esta santidad. Estos caminos para una mujer, son:

  • El Matrimonio
  • La Vida Consagrada
  • La Soltería

1. ACTITUDES EQUIVOCADAS PARA BUSCAR NUESTRO ESTADO DE VIDA

Generalmente decidimos nuestro estado de vida de acuerdo a:

  • Nuestros gustos o inclinaciones.
  • Nuestros esquemas o formas de pensar (que pueden ser equivocados).
  • Nuestras emociones y sentimientos.


Otras veces dejamos que las circunstancias nos empujen a cierto estado de vida y hasta podemos llegar al punto de que otros decidan por nosotros.

No decidimos de acuerdo a lo que es más conveniente para nosotros, menos decidimos preguntándole a Dios y dejándonos guiar por Él, por esto cometemos muchos errores.

Nuestras limitantes:

a) Una gran limitante es NO CONOCER REALMENTE A DIOS, Y POR LO TANTO, DESCONFIAR DE ÉL. Esto sucede cuando tenemos una falsa visión sobre Dios:

  1. Lo consideramos como alguien opresivo, duro, que no quiere lo que a nosotros nos gusta.
  2. Pensamos que no nos entiende, que es demasiado formal para entender nuestras inquietudes.
  3. Pensamos que es un “aguafiestas”.
  4. Tenemos miedo a que pueda llamarnos para Él.
  5. También tememos que no provea una pareja para nosotros.

Generalmente tenemos esta visión porque no hemos experimentado su amor de una manera profunda, como para darnos cuenta de que a Él le gusta ver felices a los que ama, que Él también quiere lo que nosotros queremos y que nos conoce más que nosotros mismos.
CUANDO NO NOS SENTIMOS AMADOS, NO PODEMOS CONFIAR EN ÉL Y NO LO DEJAMOS QUE CONDUZCA NUESTRA VIDA PORQUE EXISTE EL TEMOR DE NO LLEGAR A ALCANZAR LA FELICIDAD.


b) Otra limitante grande la constituye el NO CONOCERNOS REALMENTE, desconocer nuestro carácter, temperamento, cualidades, debilidades, etc. y tener una estima baja que nos hace depender de la aprobación de los demás o bien, carecer de cierta iniciativa para buscar lo que nos conviene según la voluntad de Dios.


EL NO MADURAR Y NO SABER CON EXACTITUD LO QUE REALMENTE QUEREMOS, NOS IMPIDE DESCUBRIR CON CLARIDAD NUESTRA VOCACIÓN.
Son pocos los que se ponen a explorar lo que realmente quieren de sus vidas. Menos aún son los que se instruyen adecuadamente para tomar con más conciencia y convicción una de las decisiones más importantes en nuestra vida, como es DESCUBRIR NUESTRA VOCACIÓN.

2. ¿QUÉ HACER ENTONCES?

a) La importancia de madurar

Generalmente nadie estudia, practica o trabaja para ser mejor persona, para tener una estima más sana, para superar sus limitantes, complejos o demás dificultades. Generalmente acudimos a buscar ayuda cuando ya las situaciones difíciles nos causan problemas o frustración. No sabemos cómo hacerlo, nos avergüenza hablar de nuestras debilidades y dificultades porque luchamos con el sentimiento de incapacidad.
POR LO TANTO, LO PRIMERO QUE DEBO PROCURAR ES DEDICARME A CONSTRUIR UNA MEJOR PERSONA EN MÍ.
El edificio de la santidad a través del matrimonio, de la vida consagrada o de la soltería, debe establecerse sobre los cimientos de una personalidad madura y en muchas ocasiones no llegamos a alcanzar nuestros objetivos en la vida y menos a realizar el plan de Dios para nosotros por carecer de madurez humana.
Es un principio cristiano el de formar hombres y mujeres dotados lo más completamente posible de las virtudes y valores humanos, para que trabajen asiduamente por obtener un desarrollo humano integral que sirva de base sólida a la acción sobrenatural de la gracia. “Se es primero hombre y luego santo”.
Es importante, pues, la formación humana, ya que una personalidad madura será como la tierra buena, que es el medio adecuado para recibir la semilla y dar fruto.

Debemos por ello esforzarnos por:

  • Alcanzar el conocimiento real y objetivo de nosotros mismos, de nuestras posibilidades y limitaciones y la aceptación de la propia persona que nos permita trabajar con realismo y serenidad en nuestra superación.
  • Trabajar por lograr un orden recto entre el mundo instintivo, los sentimientos y emociones y las facultades superiores de la inteligencia y de la voluntad.
  • Formar un carácter recio y una voluntad iluminada por la luz de la razón y de la fe.
  • Clarificar nuestros objetivos y esforzarnos con tenacidad y decisión para conseguirlos.
  • Cultivar en nosotros una conciencia rectamente formada.

b) Hay que tener una visión correcta de cada estado de vida

Es importante que esta área de nuestra vida sea liberada de las falsas ideas e influencias que circulan en el mundo, que bombardea nuestras mentes con criterios erróneos: “¡No te cases!, ¡no te esclavices!”, “¿Para qué te consagras? ¡Mejor cásate! ¡Así te necesitamos más!”, “¡Mira, se te pasó el tren, vas a ser un amargado!”... ¡¡¡De ninguna manera!!! Por eso...

Es importante instruirnos en lo que implica cada estado de vida. 

Leer, conocer, platicar con alguna persona, hacer alguna experiencia, hacer algún retiro vocacional... No se puede vivir con plenitud lo que no se conoce profundamente. El conocimiento nos enriquece y nos permite hacer una opción más consciente, más libre y más madura.

¡¡¡¡Éstos son los cimientos para lanzarnos en la búsqueda!!!!

¿Necesitas orientación? Escríbeme a yiyis7@hotmail.com

3. Y… ¿DÓNDE QUEDAN MIS INCLINACIONES, MIS DESEOS Y MIS CAPACIDADES?

Claro que todo ésto no está exento de una cierta inclinación gozosa de nuestra parte, de un cierto sentimiento de “gusto” por aquello a lo que nos inclinamos, ya que Dios mismo pone en nuestro corazón este deseo que nos hace inclinarnos hacia cierto estado de vida. Experimentamos, por ejemplo, en el caso de la vida consagrada, cierta atracción por la vida espiritual, por el servicio a Dios, por el apostolado. En el caso de la vida matrimonial, cierta inclinación por la relación de pareja o por la maternidad. En el caso de la soltería, la felicidad de tener una sana libertad que nos permita ser de todos y de nadie, con el deseo de lograr objetivos personales, fines santos y altruistas.

Además, algo que nos va a ayudar a discernir, es también ver cuáles son nuestras capacidades, ya que en Dios, llamar, es dar la gracia. O sea, descubrir si podemos vivir eso a lo que nos sentimos llamados. Esto es un signo que confirma nuestra vocación, ya que Dios nos creó y nos dio una misión a realizar en este mundo.

El estado de vida no es un fin en sí mismo, es un medio para cumplir esta misión. La misión que Dios nos da a todos es ésta: “Sed santos, porque yo, el Señor, su Dios, soy Santo” (Lev 19,2; 20,7; cf. Ef 1,4-6) y ser santos es vivir en una profunda relación de amistad con Él.


NO TE OLVIDES DE TRABAJAR PRIMERO EN ÉSTO.

LOGRANDO ÉSTO ESTAMOS LISTOS PARA DESCUBRIR NUESTRA VOCACIÓN.


Tienes inquietudes: Escríbeme a yiyis7@hotmail.com.  Te contestaré con mucho gusto.

domingo, 23 de octubre de 2011

Consejos del Papa a los jóvenes para que conozcan a Cristo


Queridos amigos, Jesús es vuestro verdadero amigo y Señor; entablen con él una relación de verdadera amistad con él.
Él los espera y sólo en él encontrarán la felicidad. ¡Cuán fácil es contentarse con los placeres superficiales que nos ofrece la existencia diaria! ¡Cuán fácil es vivir sólo para sí mismos, gozando aparentemente de la vida!
Pero antes o después nos damos cuenta de que no se trata de verdadera felicidad, porque esta es mucho más profunda: sólo la encontramos en Jesús.
Como dije en Colonia, Alemania, "la felicidad que buscan, la felicidad que tienen derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el de Jesús de Nazaret" (Discurso durante la fiesta de acogida de los jóvenes, en un barco sobre el Rhin, 18 de agosto de 2005).
Por eso los invito a buscar cada día al Señor, que sólo desea que sean realmente felices. Entablen con él una relación intensa y constante en la oración y, en la medida de sus posibilidades, encuentren momentos propicios en su jornada para permanecer exclusivamente en su compañía.
Si no saben cómo rezar, pidan que sea él mismo quien les enseñe e implorar a su Madre celestial que ore con ustedes y por ustedes. El rezo del rosario puede ayudarles a aprender el arte de la oración con la sencillez y la profundidad de María.
Es importante que en el centro de su vida esté la participación en la Eucaristía, en la que Jesús se entrega a sí mismo por nosotros. Él, que murió por los pecados de todos, desea entrar en comunión con cada uno de ustedes, llama a la puerta de su corazón para darles su gracia.
Vayan a su encuentro en la santa Eucaristía, vayan a adorarlo en las iglesias y permanezcan arrodillados ante el Sagrario: Jesús los colmará de su amor y les manifestará los sentimientos de su Corazón.
Si se ponen a la escucha, experimentarán de modo cada vez más profundo la alegría de formar parte de su Cuerpo místico, la Iglesia, que es la familia de sus discípulos congregados por el vínculo de la unidad y del amor.
Además, como dice el apóstol san Pablo, aprendan a dejarse reconciliar con Dios (2 Co 5, 20). Jesús los espera especialmente en el sacramento de la Reconciliación para perdonar sus pecados y reconciliarlos con su amor a través del ministerio del sacerdote. Confesando con humildad y verdad sus pecados, recibirán el perdón de Dios mismo mediante las palabras de su ministro.
¡Qué gran oportunidad nos ha dado el Señor con este sacramento para renovarnos interiormente y progresar en nuestra vida cristiana! Les recomiendo que hagan constantemente buen uso de él.
Queridos amigos, como les decía antes, si siguen a Jesús jamás se sentirán solos, porque forman parte de la Iglesia, que es una gran familia, en la que pueden crecer en la amistad verdadera con numerosos hermanos y hermanas en la fe, esparcidos por todo el mundo. Jesús los necesita para "renovar" la sociedad actual.
Esfuércense por crecer en el conocimiento de la fe, para ser sus testigos auténticos. Dedíquense a comprender cada vez mejor la doctrina católica: aunque a veces al mirarla con los ojos del mundo pueda parecer un mensaje difícil de aceptar, en ella está la respuesta satisfactoria a sus interrogantes de fondo.
Tengan confianza en los pastores que los guían, obispos y sacerdotes; insértense activamente en las parroquias, en los movimientos, en las asociaciones y comunidades eclesiales, para experimentar juntos la alegría de ser seguidores de Cristo, que anuncia y da la verdad y el amor.
Y precisamente impulsados por su verdad y su amor, junto con los demás jóvenes que buscan el sentido verdadero de la vida, podrán construir un futuro mejor para todos.
Queridos amigos, estoy cerca de ustedes con la oración, para que acojan generosamente la llamada del Señor, que les presenta grandes ideales, capaces de hacer hermosa su vida y llenarla de alegría. Estén seguros de que sólo respondiendo positivamente a su llamada, por exigente que les pueda parecer, es posible encontrar la felicidad y la paz del corazón.
Que en este itinerario de compromiso cristiano los acompañe la Virgen María y los ayude en todos sus buenos propósitos. Con estos sentimientos, les imparto de corazón una especial bendición apostólica a todos, así como a los que con amor y sabiduría los acompañan en su camino de crecimiento humano y espiritual.

Con todo el cariño que mi corazón siente por ustedes, los jóvenes

Juan Pablo II

Vaticano, 21 de noviembre de 2005

martes, 2 de agosto de 2011

¿Qué es la vocación?



El termino vocación ha tomado diversos significados en la cultura contemporánea, poniendo siempre en el centro, con diversas modalidades, a la persona. Por vocación se entiende en primer lugar el “proyecto de vida” que elabora cada uno sobre la base de sus múltiples experiencias y en la confrontación con un sistema coherente de valores que dan sentido y dirección a la vida del individuo.

En el terreno religioso, vocación indica la llamada por parte de Dios, como iniciativa suya amorosa, y la respuesta de la persona en un dialogo amoroso de participación corresponsable. El problema de la vocación se presenta por tanto, como una realidad compleja. Para poder ser entendido completamente, debe considerarse por tanto desde un doble punto de vista: por parte de Dios y por parte del hombre. Vista desde la perspectiva de Dios, la vocación se presenta como la iniciativa de Dios que se da y que al darse llama. Por parte del hombre, la vocación es una invitación, una interpelación a la que hay que dar una respuesta.

Niveles y Dimensiones de la Vocación
¿Sabías que la vocación se da a nivel personal y comunitario en varios niveles?

El hombre ha sido llamado a la existencia para trascender como persona en un dialogo propio de aceptación y de cooperación con todos los llamados a la existencia (vocación humana); así mismo, es convocado en un proyecto de crecimiento en el amor mediante el llamado a la fe en Cristo Jesús (vocación cristiana), y se expresa de forma concreta y específica por la participación en la misión y vida de la Iglesia, para construcción del Reino de Dios (vocación específica).

Primer Nivel: Vocación Humana
Cada hombre es un ser único e irrepetible, llamado por Dios a la existencia en un proceso de maduración que se descubre como persona, lleno de posibilidades y potencialidades, con limitaciones y necesidades. Este proceso se realiza en relación consigo mismo, con Dios, con los demás y el mundo que le rodea.

Segundo Nivel: Vocación Cristiana
El hombre llamado a la vida, descubre además un llamado a la fe, que es adentrarse a la aventura de un Dios que se le revela en su caminar. Por este segundo llamado descubre que Dios es Padre y que le llama por Jesucristo para ser su hijo en una vida de santidad.

Tercer Nivel: Vocación Cristiana Específica
El llamado a la fe implica una adhesión consciente a Cristo, ya que el encuentro con él transforma a la persona, de manera que el ser cristiano no puede darse de forma abstracta o etérea, sino que pide situarse en una forma de ser cristiano concreto: como laico, como consagrado, como misionero o como ministro ordenado. Así, el proceso de madurez humana y cristiana, se desenvuelve en un compromiso gradual dentro de la Iglesia para el mundo.

Fuente: http://www.vocacion.com/vocacion.htm